miércoles, 8 de junio de 2011

Expresión en realidad virtual.




Kingsley Ng

Telar Musical (2005) es una instalación donde se transformó una antigua máquina de tejer de 250 años de edad en un instrumento musical interactivo. Los participantes podían tejer el sonido y la sombra de imagen mediante el control de una luz haz y generar sonido mecánico o expresión maleable musical basada en su interacción.
La obra fue concebida en el contexto del norte de Francia, donde la industria textil ha tenido un papel muy importante en el desarrollo económico de la región, la recesión y la regeneración en los últimos dos siglos. Mientras que el trabajo se refiere a su contexto local, también hizo referencia al telar de papel en la historia mundial del arte de nuevos medios. Él cita el historiador de arte Lev Manovich, que citó una observación hecha por Ada Augusta, el programador de computadoras en "la Máquina Analítica teje patrones algebraicos como el telar de Jacquard teje flores y hojas ..." Manovich continuó: "La conexión entre el telar de Jacquard y la máquina analítica no es algo que los historiadores de las computadoras hacen mucho, ya que, para ellos, la síntesis de imagen de la computadora representa una sola aplicación de la computadora digital moderna de miles de personas.

Arte en computo físico




Mencionando a artistas que trabajan con el cómputo físico, Maurizio Bolongini estudia en sus obras el potencial y las implicaciones del arte con nuevos medios, empezando por procesos que van más allá del control del artista, en los caminos cruzados del arte generativo, el arte público, y la e-democracia.
Su búsqueda como artista comprende la posibilidad de delegar funciones creativas a los dispositivos generadores, como en su serie de Máquinas Programadas. Desde el principio (1988), esta serie presenta el concepto de infinito en su trabajo, y se centró en "la experiencia de la desproporción (y disyunción) entre el artista y la obra de arte, que es posible gracias a las tecnologías basadas en la informática.

En 1988, Bolognini comenzó a utilizar ordenadores personales para generar flujos de continua expansión de las imágenes al azar. En la década de 1990, programó cientos de estos equipos y los dejó correr hasta el infinito (la mayoría de estos todavía funcionan). Sobre sus máquinas programadas escribió: "No me considero un artista que crea determinadas imágenes, y no soy más que un artista conceptual. Soy un artista cuyas máquinas han trazado líneas más que nadie, que cubren las superficies sin límites. No me interesa la calidad formal de las imágenes producidas por mis instalaciones sino sus flujo, su ilimitación en el espacio y el tiempo, y la posibilidad de crear universos paralelos de información integrada de kilómetros de las imágenes y trayectorias infinitas. Mis instalaciones sirven para generar infinitos fuera de control. "

Pieza de arte sonoro.